Nueva Zelanda venció a Irlanda 26-13 en un partido de rugby celebrado en Chicago, vengando una dolorosa derrota sufrida hace nueve años. El encuentro, que se disputó en el Soldier Field ante una multitud de 61.841 espectadores, no cumplió con las expectativas previas.
Irlanda, que había logrado su primera victoria histórica sobre los All Blacks en ese mismo estadio en 2016, vio frustradas sus esperanzas de repetir la hazaña. A pesar de comenzar liderando el marcador, el equipo irlandés no pudo contener el empuje de Nueva Zelanda en la segunda mitad.
Un factor clave en el desarrollo del partido fue la expulsión del jugador irlandés Tadhg Beirne a los tres minutos de juego. A pesar de ello, Irlanda logró tomar la delantera gracias a un try de Tadhg Furlong, colocándose 10-0 arriba. Sin embargo, un try de Ardie Savea acercó a Nueva Zelanda antes del descanso.
En la segunda mitad, un penal de Jack Crowley extendió la ventaja irlandesa a 13-7. Pero ese fue el último punto que Irlanda anotaría. Nueva Zelanda dominó el resto del partido, con tries de Tamaiti Williams, Wallace Sititi y Cameron Roigard, asegurando una merecida victoria.
El entrenador de Irlanda, Andy Farrell, lamentó la derrota en su regreso de su período sabático con los British and Irish Lions. Por su parte, Nueva Zelanda se mostró confiada en lograr un Grand Slam del hemisferio norte, tras conseguir su tercera victoria consecutiva sobre Irlanda.
Momentos Clave del Partido
- Expulsión temprana de Tadhg Beirne, que afectó la estrategia irlandesa.
- Dominio neozelandés en la segunda mitad, con tries decisivos.
- Actuación destacada de Ardie Savea, clave en el ataque de los All Blacks.
Reacciones Post-Partido
La narrativa previa al partido apuntaba a que Irlanda no estaba lo suficientemente preparada para enfrentarse a un equipo de Nueva Zelanda que había disputado nueve partidos de prueba desde principios de julio. Sin embargo, la expulsión temprana de Beirne tuvo un impacto significativo en el desarrollo del encuentro.