Un duro revés para la industria láctea y el empleo: Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), la empresa que fabricaba los populares yogures y postres de la marca SanCor, como Shimy, Sancorito y Sublime, fue declarada en quiebra. La decisión judicial, tomada por el Juzgado Comercial 29, implica el cierre definitivo de sus plantas y la pérdida de 400 puestos de trabajo directos.
¿Qué pasó con ARSA?
La quiebra se produce tras un fallido proceso de concurso preventivo. A pesar del interés inicial de algunos inversores, como el fondo dueño de Havanna, Inverlat, y Werthein y CarVal, no se concretó ninguna oferta de salvataje. La empresa, que había sido gestionada por el Grupo Vicentin hasta hace dos años y medio, atravesaba dificultades financieras desde hacía tiempo.
Impacto en el empleo y la producción
El cierre de ARSA afecta directamente a 400 trabajadores, distribuidos en la planta de Arenaza (Buenos Aires) y en la fábrica y centro de distribución de Córdoba. Además, la quiebra impacta en una red de 165 distribuidores que abastecían semanalmente a 70.000 comercios en todo el país. La desaparición de ARSA del mercado podría generar un aumento en los precios de los productos lácteos y una menor oferta para los consumidores.
¿Por qué quebró ARSA?
Si bien la empresa atribuyó su crisis a la situación económica general, con alta inflación y controles de precios, desde el sector se señalan deficiencias de gestión acumuladas durante años. La Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra) había denunciado reiterados incumplimientos por parte de la empresa, incluyendo pagos de sueldos irregulares y en cuotas.
La quiebra de ARSA representa un nuevo golpe para la industria láctea argentina, que enfrenta desafíos como la caída del consumo interno, la alta inflación y la competencia de productos importados. El futuro de los trabajadores y la continuidad del abastecimiento de productos SanCor son ahora una gran incertidumbre.